El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en una imagen de archivo. SEBASTIÃO MOREIRA EFE

El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva ha sido condenado este miércoles a 12 años y 11 meses de cárcel por corrupción y blanqueo de dinero en un segundo caso. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) ya cumple una pena de 12 años por cargos similares en otro caso que también es parte de la investigación Lava Jato. Este macrocaso de corrupción y sobornos ha llevado a decenas de políticos y empresarios latinoamericanos a la cárcel y ha sacudido los cimientos de la política brasileña. Lula está encarcelado desde abril en la prisión de Curitiba, en el estado de Paraná. La juez le ha condenado ahora por haber recibido sobornos de empresas constructoras para el PT además de recibir favores en forma de obras en una hacienda que frecuentaba. La condena es recurrible.

Lula es condenado por haber recibido sobornos de constructoras, incluida Odebrecht, para su partido y beneficiarse de las obras de reforma que esas compañías hicieron en la finca Atibaia, en el interior de São Paulo. Lula frecuentaba la propiedad que su dueño, un empresario amigo de la familia, le cedió en 2010. La primera condena fue por unos hechos similares, pero en un apartamento de playa ubicado en Guarujá (también en São Paulo).

La primera condena contra el izquierdista Lula, que presidió Brasil de 2003 a 2010, frustró su última carrera electoral a la presidencia el año pasado. Su descalificación cuando era el favorito en las encuestas supuso un espaldarazo para el exmilitar ultraderechista Jair Bolsonaro, que encabezó a partir de entonces los sondeos y acabó ganando los comicios. La condena supone un mazazo para Lula, que aún está pendiente de que el Tribunal Supremo resuelva su recurso por la primera condena.

El juez que impuso la primera condena a Lula, Sergio Moro, convertido como instructor del caso Lava Jato en todo un símbolo de la lucha contra la corrupción y para el PT en su primer inquisidor, es ahora el ministro de Justicia del Gobierno de Bolsonaro.

Lula ha sido condenado ahora por la juez que ha sustituido temporalmente a Moro al frente de este macrocausa que incluye infinidad de casos. Gabriela Hardt considera probado que Lula era asiduo a Atibaia. “Por lo tanto, siendo propietario o no del inmueble, es un hecho incontrovertido que se realizaron reformas y se compraron objetos para atender intereses de Luiz Inacio Lula da Silva y de su familia”, escribe Hardt en su fallo. Hardt sostiene en su sentencia que “el condenado recibió una ventaja indebida como consecuencia del cargo de presidente de la República, de quien se exige un comportamiento ejemplar como mayor mandatario de la República”.

Otros implicados
Junto al expresidente de Brasil, en este caso Atibaia son condenadas otras 11 personas, incluidos los máximos responsables de la constructora Odebrecht. Los implicados estaban acusados de garantizar a las constructoras contratos con la petrolera estatal Petrobras por valor de 85 millones de reales (20 millones de euros, 23 millones de dólares) a cambio de sobornos y de las mencionadas reformas.

El caso Lava Jato ha causado un auténtico tsunami en la política brasileña, sobre todo en el PT que lidera Lula incluso desde la cárcel. Bolsonaro logró durante la campaña electoral convertir al PT en el enemigo número uno de una buena parte del electorado como el gran símbolo de la corrupción y el despilfarro. El PT se considera víctima de una persecución política y de un doble rasero por unas prácticas que otros partidos también han llevado a cabo.

Entre los factores que contribuyeron a la victoria electoral destaca que, pese a llevar más de 30 años en la política, sobre todo como diputado raso en Brasilia, ha logrado ser percibido por el electorado como uno de los pocos políticos limpios del país.