El encabezado principal en la primera plana de El Financiero de ayer lunes no dejaba duda del impacto económico que está teniendo el bloqueo de ferrocarriles en Michoacán: mil millones de pesos de pérdida diaria. Si se cumplieron dos semanas de sabotaje de maestros al aparato productivo, en protesta porque les deben salarios y aguinaldos, ya suman 14 mil millones de pesos las pérdidas, 14 veces más de su demanda original y casi 30 por ciento de las nuevas demandas que están haciendo al gobierno federal. Lamentablemente, el costo sigue creciendo.

Lourdes Aranda, vicepresidenta de Relaciones con Gobierno y Comunicación de Ferromex, la empresa más afectada, dijo que han dejado de circular 300 trenes que tienen dos millones de toneladas en mercancías en 800 mil contenedores que no se han entregado. La tarde del lunes, anticipó en una entrevista en Foro TV, ello produciría una quiebra técnica en la industria acerera. Ya ocasionó que se interrumpiera la exportación de automóviles, porque la línea de entrega de autopartes se rompió; que decenas de trenes con combustible varados en ambos lados de la frontera norte afecta a 150 mil automóviles en el centro del país, y que toneladas de cemento no han podido ser embarcadas en Chihuahua y Nuevo León.

El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en su conferencia de prensa matutina que 200 millones de los mil que originalmente exigían los maestros michoacanos por concepto de salarios de 2017 y 2018, además de aguinaldos, fueron entregados el viernes, y que en el curso del lunes se les darían los 800 millones restantes. López Obrador confió que con este pago se resolvería la situación que está estrangulando a la actividad económica en la parte centro y noroeste del país. Los maestros de la Coordinadora Nacional, que es disidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, hicieron lo que siempre hacen, escalar el conflicto para sacar mejores dividendos. Ya no exigen mil, sino cinco mil, además de plazas que, de acuerdo con la prensa, le concedió la Secretaría de Hacienda el viernes pasado. Cinco mil nuevas plazas para ellos, con una carga al erario anual de 780 millones de pesos.

La disidencia magisterial es inmanejable, y el gobierno debe tomar la experiencia de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, donde para poder llegar al final del sexenio sin procesos de desestabilización continua, tuvieron que abrir la cartera y desembolsar millones de pesos y miles de plazas, para apaciguar la protesta social. Los aliados electorales de López Obrador no comparten su proyecto de nación y, como lo está demostrando la sección michoacana de la Coordinadora, la más chica en número pero la más ideológica, sí puede complicarle el arranque de gobierno con sus viejas estrategias. Bien le haría al presidente recordar lo que son los maestros disidentes y lo que le van a hacer. En enero de 2015, en una crítica al gobierno de Peña Nieto por la forma como había escogido a la disidencia magisterial como su aliada en la reforma educativa, sin comprender que serían quienes la detonarían, se escribió en este espacio:

“En el gobierno de Peña Nieto deberían haber aprendido que la CNTE es insaciable. Para utilizar una metáfora del futbol americano, siempre juegan al primero y diez. Es decir, en las negociaciones con la disidencia magisterial no hay avances de una yarda ni retrocesos. Siempre que tienen el balón, los maestros avanzan diez yardas para tener no cuatro oportunidades más para volver a tener esa posición de campo –como sucede en el juego–, sino para recorrer en automático la distancia y exigir otras diez yardas. Ellos nunca pierden. Quienes pierden son el gobierno y los mexicanos”.

Sus estrategias son siempre las mismas, cierran aeropuertos y carreteras, realizan plantones y estrangulan el comercio. Utilizan la presión social para forzar canonjías. En esta ocasión elevaron el costo. En enero de 2015, el texto apuntó: “A la disidencia magisterial le ha dado mucho el gobierno peñista, pero está en la lógica del primero y diez… La paz social que buscó el gobierno de Peña Nieto mediante la entrega de una parte de poder a los maestros opositores al régimen, es una quimera”.

La Coordinadora le tomó la medida al gobierno de Peña Nieto de una manera fácil, aprovechando el desconocimiento o inocencia de su equipo. “La CNTE tiene controlado al gobierno”, se escribió en aquella ocasión. “Su estrategia histórica de negociación ha sido negociación-presión, negociación-confrontación y confrontación-receso. No hay nada oculto en sus tácticas. Para alcanzar el objetivo trazado presionan con plantones y movilizaciones. En la segunda etapa, para elevar los costos, enfrentan a la autoridad y chocan físicamente con las policías. Una vez que ya lograron extraer de sus interlocutores lo que buscaban, anuncian un receso, que es cuando bajo el pretexto de consultar a sus bases en sus estados de origen, regresan a sus casas”.

El presidente López Obrador dijo en su conferencia que los mil millones son un prástamo, eufemismo que nunca se le ocurrió al gobierno anterior para justificar entrega de recursos fuera del Presupuesto. También les dijo que debían entender que los tiempos han cambiado, y que no utilizaría la fuerza de la policía, sino de la opinión pública, para obligarlos a cambiar su posición. Buena suerte. Hasta ahora, la historia de la disidencia magisterial no ha sido regida por la presión de la opinión pública, sino por sus intereses. Pero también, es cierto, nunca habían enfrentado a un presidente con la legitimidad de López Obrador. Las escaramuzas con la disidencia de maestros apenas comienzan. Los primeros puntos son para ellos.