El relato turco de un descuartizamiento salvaje

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La policía turca se prepara para entrar en la residencia del cónsul saudí en Estambul. En vídeo, declaraciones de Donald Trump, presidente de EE UU, sobre el caso. EMRAH GUREL (AP) / VÍDEO: REUTERS / EPV

El periodista Jamal Khashoggi entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul el pasado 2 de octubre para recoger unos papeles y nadie volvió a verle vivo. Una cámara registró su entrada en la legación diplomática y, según apuntan los medios turcos, existe también un documento de audio que revelaría con toda crudeza que fue torturado y asesinado. Según el rotativo turco Yeni Safak, de línea oficialista, a Khashoggi “le cortaron los dedos de la mano” mientras aún estaba vivo y, finalmente, fue “degollado”.

El mismo día de la desaparición del periodista, crítico con la monarquía saudí, voló a Estambul un grupo de 15 saudíes de los servicios secretos y el ejército. La policía turca, que ya registró el consulado en busca de pruebas, también ha entrado este miércoles en la residencia del cónsul saudí, Mohamed Al Otaibi, quien abandonó Turquía el martes.

El caso Khashoggi se ha convertido ya en una crisis en la que Riad, Washington y Ankara, principalmente, juegan sus cartas en un baile diplomático en el que alternan sonrisas ante las cámaras con advertencias y presiones fuera de los focos. El asunto amenaza con dañar la reputación del príncipe heredero Mohamed bin Salmán (MBS), hombre fuerte de la monarquía de Arabia Saudí, quien ya había capeado otras polémicas por la represión de la disidencia interna, la implicación en la devastadora guerra de Yemen o el bloqueo a Qatar. Esta es la reconstrucción de la brutal y turbia crisis del caso.

Los hechos probados
Jamal Khashoggi procede de una importante familia bien conectada dentro de la élite saudí. Él mismo ocupó importantes cargos, pero cayó en desgracia por sus críticas al príncipe heredero y tuvo que exiliarse en 2017. Desde entonces vivía a caballo entre Estados Unidos, donde colaboraba con The Washington Post, y Turquía, donde reside su prometida, Hatice Cengiz.

El pasado 28 de septiembre, el periodista saudí entró en el consulado de su país en Estambul para solicitar un certificado de estado civil, necesario para contraer matrimonio. Las autoridades consulares le trataron correctamente —según ha explicado Cengiz─, pero le instaron a volver la semana siguiente, cuando tendrían listo el documento. El día de la cita fue el 2 de octubre: a las 13.14, hora local. Las cámaras de seguridad fuera del consulado lo registran entrando a la legación diplomática. Y esa es la última prueba de Khashoggi con vida.

Ese mismo día, en tres vuelos diferentes, llegaron a Estambul 15 saudíes pertenecientes a los servicios secretos, a las Fuerzas Armadas o ligados a la seguridad de la casa real, según información de la policía turca filtrada a los medios. Las cámaras captaron a parte de estos hombres entrando en el consulado una hora antes de la llegada de Khashoggi y saliendo en varios vehículos tres horas después, algunos con dirección a la residencia del cónsul saudí.

La misteriosa grabación del asesinato
Según el diario turco Sabah, se trataba de un “equipo de ejecutores” que llegó a Estambul para matar a Khashoggi. De hecho, fuentes turcas han asegurado a varios medios disponer de un documento de audio que demostraría cómo Khashoggi fue asesinado de forma salvaje. El rotativo turco Yeni Safak, de línea oficialista, es el único medio que, por el momento, asegura haber tenido acceso a dicha grabación. Siempre según la información de este periódico, dirigió la operación Salah Mohamed Al Tubaigy, un experto forense de la Dirección General de Seguridad saudí. Khashoggi fue interrogado y, después, “se le cortaron los dedos de la mano” mientras aún estaba vivo, para ser finalmente “degollado”. El cónsul saudí, Mohamed Al Otaibi, se quejó de lo que estaba sucediendo.

“Haced esto en otro lado. Me vais a meter en problemas”, afirma el rotativo que se le escucha decir. A lo que el forense responde: “Si quieres seguir vivo cuando regreses a Arabia Saudí, cállate”.

“Se oyeron gritos horrendos”, publica también Middle East Eye, un medio cercano a Qatar que cita a una fuente turca que habría escuchado la grabación. Los gritos habrían cesado cuando se le administró a Khashoggi algún tipo de narcótico. En total, Khashoggi habría aguantado con vida siete minutos de tortura. Después, el forense comenzó a despedazar el cuerpo mientras escuchaba música por unos auriculares. “Cuando hago este trabajo, escucho música. Deberías hacerlo también”, dice Tubaigy a los compañeros en la grabación, según Middle East Eye.

Guerra de filtraciones
Muchos se preguntan por qué Turquía no publica la grabación, ya que supondría una prueba definitiva del asesinato. La respuesta más plausible es que la grabación, si existe, fue hecha por cauces fuera de la legalidad, probablemente a través de micrófonos ocultos o utilizando algún empleado saudí como agente doble de los servicios secretos turcos.

Desde el inicio, fuentes del Gobierno de Ankara han hecho filtraciones a la prensa y a los allegados de Khashoggi: ya cuatro días después de su desaparición decían que había sido asesinado en el consulado, más tarde que había sido descuartizado con un serrucho, posteriormente que había una grabación que lo demostraba. En cambio, en público, las autoridades turcas se niegan a comentar estos extremos y piden esperar a los resultados de la investigación. Quien más se ha acercado a reconocer la existencia de indicios concluyentes ha sido el ministro del Interior, Süleyman Soylu, quien este miércoles, en declaraciones a la agencia de noticias Anadolu, dijo: “Las pruebas son poderosas, pero esto es trabajo de la justicia. La justicia sacará todo esto a la luz”.

¿Por qué actúa Turquía de esta manera? “El Gobierno turco está enfadado porque lo sucedido es una brutal violación de su soberanía y del protocolo diplomático, pero mostrarse demasiado enfadado en público con Arabia Saudí tiene sus riesgos”, sostiene Aaron Stein, autor del libro Turkey’s New Foreign Policy, en declaraciones a EL PAÍS: “Es obvio que quien filtra esta información es la propia oficina de [el presidente turco Recep Tayyip] Erdogan para hacer que Arabia Saudí sienta la presión de la comunidad internacional”.

Investigación
Dado que las legaciones consulares son consideradas inviolables conforme a la Convención de Viena para las Relaciones Diplomáticas, la policía turca no pudo registrar el consulado en busca de pruebas hasta recibir el permiso del Gobierno saudí, lo que ocurrió este lunes, casi dos semanas después de la desaparición de Khashoggi, y después de numerosas negociaciones entre Ankara y Riad. Los turcos accedieron antes a trabajar junto a un equipo de agentes saudíes enviados desde su país.

El registro del consulado se inició el lunes mientras que el martes los saudíes hicieron esperar en vano durante horas a los investigadores turcos, que finalmente desistieron de entrar a la residencia del cónsul general al filo de la medianoche. En cambio, este miércoles sí se ha permitido a la policía científica turca acceder al edificio.

El presidente turco explicó el martes que se buscan rastros de “tóxicos”, utilizados, quizás, para disolver y hacer desaparecer el cuerpo del periodista, y también que algunas pruebas habían sido manipuladas “pintando sobre ellas”. Pero la investigación, durante la que se tomaron numerosas muestras y se utilizó el químico luminol para hallar rastros de sangre, sí que logró hallar “ciertas pruebas” del crimen, aseguró una fuente turca a la agencia AP.

Salvar la cara a MBS
Mientras los investigadores turcos se preparaban para entrar en su residencia, el cónsul general saudí en Estambul, Al Otaibi, tomaba el martes un vuelo de regreso a Riad. El Ministerio de Exteriores turco aseguró que no había sido expulsado y tampoco quiso decir que hubiese huido, sino que dio a entender que había sido llamado a consultas por el Gobierno saudí.

Aún se desconoce quién será el que cargue con el muerto. Varios medios estadounidenses han publicado esta semana que Arabia Saudí podría reconocer el crimen pero achacarlo a elementos “incontrolados” dentro de los servicios secretos, que habrían actuado sin el conocimiento de la casa real saudí, lo que permitiría a MBS salvar la cara.

La diplomacia estadounidense también parece estar trabajando en este sentido, con la reciente visita del secretario de Estado, Mike Pompeo, a Riad. El propio presidente de EE UU, Donald Trump, dijo en Twitter que ha hablado con el príncipe heredero y que este “negó cualquier conocimiento de lo ocurrido en el consulado”. Y en una entrevista con AP criticó que se aplique a MBS el “eres culpable hasta que se pruebe tu inocencia”.

Sin embargo, resulta improbable que una actuación de los servicios secretos saudíes de tal calado ocurriese sin el conocimiento de un príncipe que ha demostrado controlar al dedillo lo que ocurre en el Reino del Desierto. De hecho, una investigación de The New York Times ha descubierto que al menos tres de los 15 agentes enviados por Arabia Saudí el 2 de octubre a Estambul forman parte del estrecho círculo de la seguridad personal del príncipe Bin Salmán y que otro ha sido fotografiado junto a él en visitas a Madrid, París, Boston, Houston y Nueva York.