En el segundo tomo de su biografía sobre Porfirio Díaz, Carlos Tello retrata su comienzo en la política.

CIUDAD DE MÉXICO.- Un hombre que está dejando de ser soldado, de tener una vida ruda, y comienza a ser un político, un hombre de Estado. Este es el Porfirio Díaz (1830-1915) que se retrata en el segundo tomo de la biografía del militar oaxaqueño que ocupó la Presidencia de México por 30 años. “Este volumen echa luz sobre el rebelde y el estadista, pero también sobre el hombre que logró gobernar un país ingobernable buscando la reconciliación”, comenta en entrevista con Excélsior el investigador Carlos Tello Díaz, tataranieto del caudillo.

El doctor en Historia por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París dedica esta nueva entrega de Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo (Debate) a La ambición (1867-1884); y es la continuación de La guerra (1830-1867), obra ganadora del Premio Mazatlán de Literatura.

Privilegiando la voz de los protagonistas de los hechos, que se escucha a través de sus cartas, diarios y testimonios escritos, este título relata los años trágicos de Díaz en la finca de La Noria; el fracaso de su rebelión contra el presidente Benito Juárez (1806-1872); su paso por La Habana, Nueva York y San Francisco; su defensa de México frente a la amenaza de guerra de Estados Unidos y la forma como ordenó reprimir una rebelión en Veracruz, entre otros episodios.

“México estuvo en guerra, primero entre liberales y conservadores; y, luego, a pesar de que conquistaron el poder en 1867, los liberales pelearon entre sí diez años más. Díaz logró la reconciliación y el hecho de que la economía empezó a progresar, basada en los ferrocarriles, fue una de las claves de su éxito”, afirma el autor.

Sin claudicar

El maestro en Filosofía y Letras por la Universidad de Oxford aclara que quienes eran opuestos a Díaz identificaban su espíritu conciliatorio como claudicación. “Nunca lo fue. En ningún sentido se dio marcha atrás a las Leyes de Reforma, no se reformó la Constitución; sencillamente, el país necesitaba reconciliarse consigo mismo tras muchos años de guerra”.

Detalla que la reelección de Juárez, “varios pensaban que ya había estado mucho tiempo en el poder”, no fue el único punto de desacuerdo entre las fracciones liberales. “También el tema de qué hacer con los defensores del Imperio, si habría que ser clementes o duros; y la desmovilización del Ejército de la República. Fue un periodo turbulento poco conocido y anticlimático, porque los buenos ganaron y luego se pelearon entre sí causando mucha muerte en el país”.

Quien ha sido investigador en las universidades de Cambridge, Harvard y La Sorbona detalla además las vicisitudes que enfrentó don Porfirio previas a su Presidencia. “A Díaz le había ido muy bien durante mucho tiempo y, especialmente, en 1866. Pero, a finales de 1867, todo le empezó a salir mal y así fue durante cinco años: vivió tragedias personales, fracasos políticos, desavenencias con su hermano y con buenos amigos suyos.

“Perdió dos hijos, su primogénito y el que le siguió, en el transcurso de dos o tres semanas; sufrió una helada que acabó con sus plantíos de caña y de alfalfa y un terremoto derrumbó su casa. En un lapso breve conoció varias desgracias. Pero resistió este especie de periodo de prueba, que terminó con el triunfo de la revolución de Tuxtepec y su elección como presidente de México, en mayo de 1877”, añade.

La continuidad

Una de las tesis centrales de La ambición (1867-1884), narra Carlos Tello, es que hubo continuidad entre los gobiernos liberales; y prueba de esto es Manuel María de Zamacona, excanciller de Juárez que puso su talento al servicio de Díaz para que éste saliera airoso de la amenaza de guerra de EU.

“Un personaje llamado Rutherford Birchard Hayes llegó a la presidencia de EU, entre 1877 y 1881, de manera fraudulenta. Y Díaz logró salir airoso utilizando la propia democracia de EU contra su presidente: la prensa de oposición, los miembros del congreso opuestos a la política agresiva del presidente y los grupos de comerciantes, empresarios y financieros que querían asociarse con México”, narra.

“Mátenlos en caliente”

El autor de El exilio: un relato de familia publica, entre las fuentes primarias que ha consultado, el telegrama en clave de Díaz a su amigo el gobernador de Veracruz Luis Mier y Terán, en el que le ordena reprimir una rebelión. Este documento es el origen de la legendaria frase “Mátenlos en caliente”.

“No lo dice así, pero sí ordena reprimir con violencia la rebelión en Veracruz. Como es una de las frases más conocidas sobre el gobierno de Díaz, le dediqué un capítulo para describir minuciosamente qué pasó. La frase exacta es ‘Fusile luego todos los oficiales y el diez por ciento de la tripulación’, según la traducción”, indica.

“La historia está llena de mitos, pero lo que hacemos los historiadores es despejar esa cortina de humo y ver qué ocurrió, los detalles que fueron pasados por alto”, dice el investigador de la UNAM.

Otros documentos que muestra es la carta en la que don Porfirio le declara su amor a su futura esposa Carmen Romero Rubio. “Carmelita, yo debo avisar a usted que la amo”. Tello confiesa que se la dio un sobrino de Carmelita, amigo de su abuelo. También se incluye la tarjeta de presentación de Díaz como masón, “me la dio el nieto del sastre de don Porfirio”.

Tello adelanta que en el tercer y último tomo de la biografía se abordará la larga dictadura de Díaz, su derrocamiento con la Revolución mexicana, el exilio y la muerte. “No hay avances, apenas comenzaré la investigación; me tomará unos cinco años, quizá”.

¿Dónde y cuándo?

Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo, La ambición (1867-1884), de Carlos Tello Díaz, se presentará el 16 de octubre, 18:00 horas, en el Club de Industriales (Andrés Bello 29, Polanco). Participan Enrique Krauze y Ricardo Cayuela.