El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, este jueves en Washington. JIM WATSON AFP

Las tensiones entre China y Estados Unidos, que ya van mucho más allá de sus meras disputas comerciales, continúan en una espiral creciente. Después de que el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, enumerara en un discurso la noche de este jueves una larga lisa de agravios de todo tipo contra Pekín, el Gobierno chino ha replicado acusando a Washington de “calumniar” y “estigmatizar” al gigante asiático.

La relación entre las dos principales potencias del mundo ha sufrido un fuerte deterioro a raíz de la subida mutua de aranceles desde este verano, y no hay visos de que vaya a enmendarse pronto. En su discurso en el Hudson Institute, Pence sonó, como ha ido haciendo cada vez más su Gobierno, fieramente crítico contra el país rival. No solo reiteró las alegaciones contra China de intentar interferir en la democracia estadounidense, lanzadas por su presidente, Donald Trump, la semana pasada en Naciones Unidas. El número dos de la Casa Blanca acusó a Pekín de usar el comercio, la expansión de su Ejército y la presión diplomática para tratar de aumentar su influencia a costa de Washington.

China, según la descripción de Pence, planea el “robo a gran escala de tecnología estadounidense”, intenta impedir con la modernización de su Ejército el que Estados Unidos pueda acudir en auxilio de sus aliados en el Pacífico y busca “un presidente estadounidense diferente” al actual. “Un alto funcionario de nuestros servicios de inteligencia me decía esta semana que lo que Rusia está haciendo palidece en comparación con lo que está haciendo China a lo largo de nuestro territorio”, subrayó. Aunque, al igual que Trump previamente, no ofreció datos concretos sobre la supuesta injerencia del país asiático en el proceso electoral; únicamente aludió a la publicación de un inserto de cuatro páginas del periódico China Daily en el diario de Iowa Des Moines Register.

Sea el de Pence un discurso con un ojo puesto en las elecciones legislativas de noviembre o, como cree China, un anuncio de una política estadounidense mucho más contundente contra la segunda potencia económica, la áspera respuesta de Pekín no se ha hecho esperar.

Pence “ha lanzado acusaciones sin ninguna base contra la política interna y exterior de China y la ha calumniado al asegurar que China interfiere en los asuntos internos y las elecciones de Estados Unidos. Esto no es nada más que hablar de oídas, confundir lo correcto con lo erróneo e inventarse algo de la nada”, ha asegurado la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hua Chunying. “Es muy ridículo que Estados Unidos estigmatice sus intercambios y su cooperación normal con China como una injerencia china en sus asuntos internos”.

El discurso del vicepresidente da pábulo en Pekín a la creencia del Gobierno chino de que la actual disputa sobre aranceles comerciales es solo parte de una estrategia mucho más amplia de Estados Unidos para contener el auge de China. Esa disputa ya amenaza con expandirse a otras áreas, especialmente después de que Washington impusiera sanciones a la compra china de armamento ruso. Desde entonces, la potencia asiática ha cancelado el diálogo militar entre los dos países; aunque su viaje no se había confirmado oficialmente, el secretario de Defensa de EE UU, James Mattis, ha decidido no viajar a Pekín a finales de octubre para reunirse con su homólogo chino, Wei Fenghe, como en principio tenía previsto.

Esta semana, la crispación ha llegado al mar del Sur de China, del que Pekín se atribuye la soberanía en casi todas sus aguas y donde Estados Unidos insiste en patrullar para garantizar la libertad de navegación. Un buque militar chino, el Lanzhou, y otro estadounidense, el Decatur, estuvieron a solo 41 metros de chocar cuando el navío norteamericano participaba en una patrulla cerca de las islas artificiales que China ha construido en esas aguas y dotado de equipamiento militar.

Según CNN, una propuesta clasificada de la Armada estadounidense contempla que la Flota del Pacífico desarrolle en noviembre una serie de ejercicios en el mar del Sur de China y en el estrecho de Taiwán ─muy cerca de efectivos militares chinos─ en los que participarían buques de guerra, aeronaves de combate y tropas “para demostrar que Estados Unidos puede contrarrestar rápidamente a adversarios en varios frentes”.

Con la relación cada vez más deteriorada, el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, tiene previsto llegar a Pekín el próximo lunes, en la última etapa de una gira por Asia que el domingo le llevará a Corea del Norte. Aunque las reuniones se centrarán en la cooperación entre Pekín y Washington contra el programa nuclear norcoreano, el estado de los lazos bilaterales será, sin duda, el gran protagonista de las conversaciones.