Una operación de corazón. MAX PIXEL

En unos meses, un equipo de investigación recibirá una beca de 30 millones de libras (33,4 millones de euros) para mejorar la prevención, el diagnóstico o el tratamiento de la enfermedad cardiovascular, la principal causa de muerte en todo el mundo. La nueva subvención, anunciada por la organización benéfica británica British Heart Foundation (BHF) el 25 de agosto de este año, es una de las mayores becas de investigación biomédica del mundo.

“Hemos recibido la noticia contentísimos”, dice Borja Ibáñez, Director de Investigación Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). El cardiólogo asegura que una subvención como esta es “necesaria para producir un gran cambio”. Un gran cambio es precisamente lo que busca BHF, que obtiene sus fondos exclusivamente de donaciones benéficas. Con el proyecto de financiación, que han bautizado Big Beat Challenge (“desafío del gran latido”), los organizadores quieren acelerar la llegada de un hito científico o clínico que tardaría en lograrse con los pequeños incrementos habituales de la medicina.

“Para el año 2030, la Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que el número de muertes [por enfermedades cardiovasculares] ascenderá a casi 24 millones anuales. Nunca ha habido tanta necesidad de ideas transformadoras para encontrar soluciones a este reto global”, dice Metin Avkiran, el Director Médico Adjunto de BHF.

Cualquier equipo de investigación, del sector académico o privado y en cualquier lugar del mundo, podrá pedir la beca cuando el plazo de solicitud abra a finales de este año. Tras la publicación de las condiciones detalladas, BHF realizará una preselección de los proyectos más prometedores para finalmente otorgar la subvención a un equipo internacional e interdisciplinar el año que viene.

La beca de investigación está abierta a cualquier equipo, con la condición de que sea internacional y multidisciplinar

La colaboración internacional y entre profesionales de distintos campos es uno de los requisitos fundamentales de la beca. Muchos problemas del sistema circulatorio están asociados a otras enfermedades, por ejemplo respiratorias y renales. Con los recursos que garantiza la subvención, el proyecto elegido debería producir un beneficio real para los pacientes. “El resultado del proyecto puede lograr una transformación significativa para un grupo pequeño de personas o un cambio más pequeño pero de importancia global para muchas personas”, aclara Avkiran.

Ibáñez corrobora que “es complicado tener resultados definitivos si no hay grupos trabajando juntos”. A la espera de las bases oficiales, el CNIC tiene previsto presentar solicitud de la beca para financiar su proyecto central de prevención cardiovascular, encabezado por el doctor Valentín Fuster, que “casa perfectamente” con el desafío de BHF, según Ibáñez. “Queremos ver comorbilidades con otras patologías, cómo se puede mejorar el riesgo y cambiar el curso de la enfermedad. [Para eso] necesitamos gente que sepa del cerebro, de imagen, epidemiología, epigenética, etcétera”, explica el doctor. Un estudio así, señala, llevará más de cinco años.

Históricamente, solo un puñado de asociaciones han invertido cantidades comparables en la investigación de la enfermedad cardiovascular. En 1999, la Fundación Donald W. Reynolds repartió unos 159 millones de dólares en cuatro centros universitarios de investigación cardiovascular clínica. Un centro recibió 53 millones de dólares. En 2015, la American Heart Association y Google Life Sciences (ahora Verily) crearon una beca de 50 millones de dólares para investigar la prevención de la enfermedad coronaria. AstraZeneca añadió 25 millones de dólares más a esa subvención. En Europa, el modelo de financiación, predominantemente público, suele ser por plazos y en cantidades inferiores al millón de euros, que se renuevan con solicitudes nuevas cada año.

LA ENFERMEDAD MÁS LETAL

La enfermedad cardiovascular es en realidad un conjunto de trastornos que afectan al corazón y a los vasos sanguíneos. Son la principal causa de muerte en todo el mundo: en 2012, la Organización Mundial de la Salud estima que murieron 17,5 millones de personas por enfermedades cardiovasculares, el 30% de todas las defunciones registradas ese año. De esas, 7,4 millones fueron cardiopatías coronarias y 6,7 millones, accidentes cerebrovasculares. Cuatro de cada cinco muertes se producen en países de ingresos bajos y medios.