Kevin de León, en la entrevista con EL PAÍS en el sindicato de estibadores de Los Ángeles. APU GOMES

Dice Kevin de León que nunca se le habría pasado por la cabeza presentarse en unas elecciones contra la senadora Dianne Feinstein. Cuando se le pregunta qué le hizo tomar la decisión cita un momento, a finales de agosto del año pasado, cuando Feinstein dijo en un acto público que había que tener paciencia con Donald Trump y que, si cambiaba, podía llegar a ser un buen presidente. “Eso muestra una desconexión, una brecha enorme”, apunta De León a EL PAÍS, “entre lo que está sucediendo en Washington y lo que sucede en nuestras comunidades, en California y en todo el país”.

La candidatura de De León viene a ser el epítome de la insurgencia dentro del Partido Demócrata. Es un fenómeno que se ha visto en Nueva York, Florida o Massachusetts. El partido está viendo en estas elecciones una oleada de candidatos progresistas que consideran que la fórmula para ganar es defender sin complejos posiciones de izquierda y deshacerse de una vieja guardia, el establishment, alejado de los problemas de la gente. Y De León ha decidido ir a por la mujer más poderosa del estabishment demócrata.

En el sistema de primarias abiertas de California, se clasifican para la segunda vuelta los dos candidatos con más votos, independientemente del partido. El próximo 6 de noviembre, los californianos eligen entre dos demócratas. Pero es casi como si votaran partidos distintos. Dianne Feinstein, de 85 años, es seguramente la política más conocida de Estados Unidos junto con Hillary Clinton y Nancy Pelosi. Lleva representando California en el Senado de Washington desde 1992 y este noviembre se presenta de nuevo para otros cinco años. Lleva 49 años en política.

Kevin de León tiene 51 años. Es hijo de una inmigrante guatemalteca que lo crió sola en San Diego limpiando casas. Echó los dientes en política en 1994, organizando a los inmigrantes contra la política racista del gobernador republicano de entonces. Ahora es senador estatal y, hasta este año, presidente del Senado de California. Es el latino que ha llegado más alto en las instituciones de California desde el siglo XIX. Habla un español gringo excelente.

En las primarias, Feinstein sacó un 44% de los votos. De León se coló segundo con el 11%. Las encuestas reflejan que poco a poco se va cerrando la brecha, pero la ventaja de Feinstein parece inalcanzable. Los sondeos del pasado julio le dan alrededor de 20 puntos de ventaja. Las mismas encuestas revelan que hay más de un 40% de indecisos. Es una elección dentro del mismo partido, donde la dinámica demócratas versus republicanos no se aplica. No está claro además si los republicanos votarán en esta elección. El pequeñísimo margen de esperanza para De León es que gana a Feinstein en el segmento de los menores de 45 años.

Pero hay un cabo suelto desde hace dos años desafiando la lógica política de Estados Unidos: Donald Trump. “Sin lugar a dudas este presidente esta motivando a muchas personas para salir a votar”, decía De León en un reciente encuentro con EL PAÍS. “Existe una urgencia por sus políticas y los comentarios repugnantes de este hombre que fomenta una retórica vil y de división”. La cantidad de candidatos nuevos, jóvenes, no blancos y con discurso de izquierdas había sido documentada. Pero fue el día que Alexandria Ocasio-Cortez ganó en Nueva York cuando se vio que las ganas de cambio dentro del Partido Demócrata eran algo más que una anécdota. Campañas como la suya, dice De León, son “el contraataque, la resistencia”.

De León recibía este martes el apoyo de la asociación de inmigrantes más importante de Los Ángeles. “Mi historia es la historia de todos nosotros”, decía. En su currículum está la ley del Estado Santuario, el mayor desafío de California a Trump. Estos días ataca incesablemente a Feinstein por la gestión que está haciendo de la nominación de Brett Kavanaugh en el Comité de Justicia del Senado, donde ella es la líder de los demócratas. También le ha sacado vídeos antiguos quejándose de la inmigración irregular. Su agenda internacional estos años se ha limitado a eventos contra el cambio climático, el otro de sus temas como senador. Él hizo la ley de limitación de emisiones en vigor y la nueva ley que obliga a utilizar un 100% de electricidad renovable.

Su nombre no ha salido de California, pero en los últimos meses se intercambia whatsapps con el nuevo presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a quien conoció en una comida en Los Ángeles el pasado enero. De León dice de Sánchez que es “un gran líder que quiere promover una agenda progresista en España para contrarrestar las tendencias ultraderechistas de otros países, como Reino Unido o Italia, que tienen mucho que ver con Trump”.

Este verano, De León recibió el apoyo oficial de la convención demócrata de California. “Hay mucha gente el partido demócrata que quiere un cambio drástico”, continúa. “Muchos demócratas están cansados del statu quo, quieren un cabio verdadero y una voz distinta que hable por las familias trabajadoras, el medio ambiente, la reforma migratoria, quieren un luchador en Washington para luchar contra este presidente. Los demócratas en Washington, por equis razones, no han querido defender proactivamente los valores de este país”.

Con ese discurso, De León se ha embarcado en una campaña centrada en un electorado trabajador e inmigrante. El encuentro con EL PAÍS fue durante un tradicional desayuno de hermandad del sindicato de estibadores de los puertos de Los Ángeles en el Día del Trabajo. Allí habló del daño que hace Washington al restringir el comercio internacional, que daña los puertos californianos. “Todos estamos a cargo de la economía de Estados Unidos”, no solo Washington, dijo.

En aquel evento sindical estaba también la congresista Nanette Díaz Barragán, una abogada latina de 42 años, un perfil cada vez más habitual en el partido, que en 2016 ganó el escaño en la Cámara de Representantes por un distrito del sur de Los Ángeles. “El que gana elecciones es el votante medio, no el partido”, apuntaba Barragán a EL PAÍS sobre la importancia de los apoyos. “Yo me presenté contra un político muy popular y fui a hablar con los que no tienen tiempo de salir (a actos electorales) porque tienen que trabajar. Esos son los que nos necesitan”.

El veterano congresista Alan Lowenthal, que representa el distrito de Long Beach, hacía el siguiente análisis de lo que está ocurriendo: “Los demócratas hemos ido perdiendo a los trabajadores del Medio Oeste durante 20 o 30 años. El país ha cambiado y a ellos los han dejado atrás. No fue Trump. Creo que ahora lo entendemos bien. Estamos viendo más y más candidatos como Kevin por todo el país. No es Kevin, es el partido entero el que se está moviendo. Creo que es el futuro del partido pase lo que pase”.